La conjuntivitis en niños es una patología frecuente, muchas veces de origen bacteriano. Aunque tiene un tratamiento sencillo, cuando hablamos de niños pequeños, los padres y los propios oftalmólogos nos enfrentamos a una comunicación que podría llevarnos a confundir esta enfermedad con otra, y al hecho de que el paciente no siempre sabe mantener las medidas higiénicas para evitar reinfecciones.
En el equipo de la Clínica Oftalmológica Nebro contamos con una especialista en oftalmología infantil, de modo que salvamos una posible mala interpretación de los síntomas descritos, a la vez que transmitimos tranquilidad a nuestros pequeños pacientes. Una vez realizado el diagnóstico, el tratamiento de la conjuntivitis en niños no difiere mucho del de los adultos.
Pero, antes, es preciso que los padres detecten el problema, y por ese motivo vamos a ver qué síntomas son los más comunes, así como los tipos de conjuntivitis infantil y posibles tratamientos.
¿Qué puede provocar conjuntivitis en niños?
Antes de entrar en cómo tratar la conjuntivitis en niños, hemos de explicar qué es una conjuntivitis a los padres y tutores. Se trata, ni más ni menos, que de una inflamación de la conjuntiva, que es la membrana transparente que cubre la cara interna de los párpados y la superficie externa del globo ocular.
Esta inflamación puede deberse a una infección vírica, que remite sola, a una infección bacteriana (precisa tratamiento) o ser un síntoma de alergia. En algunos casos, la conjuntivitis es la respuesta a un agente irritante, como puede ser el cloro de las piscinas o una exposición solar excesiva.
Las conjuntivitis víricas pueden aparecer solas o como un síntoma más de un cuadro vírico más amplio, como el de la gripe o algunos catarros. Por lo que respecta a las conjuntivitis alérgicas, la primavera suele ser la peor época, y pueden presentarse con síntomas como estornudos o secreción nasal acuosa.
¿Cuáles son los síntomas de la conjuntivitis?
Los síntomas comunes en la conjuntivitis son la sensación de cuerpo extraño o el picor ocular, junto con más o menos lagrimeo y rojez.
En el caso de conjuntivitis vírica, suelen ser fluidas y no llegan a formar las legañas típicas de la conjuntivitis bacteriana. También es posible que no haya secreciones purulentas en conjuntivitis infecciosas. Cuando las causas son alérgenos o agentes irritantes, no existen estas secreciones amarillentas.
Como verás, un niño pequeño, ante el picor o la sensación de cuerpo extraño, se frotará instintivamente los ojos y empeorará los síntomas de rojez o lagrimeo. Además, la conjuntivitis puede causar otros síntomas, como fotosensibilidad, que un niño no acertaría a detectar y explicar correctamente.
Por este motivo, insistimos en la conveniencia de consultar con un oftalmólogo infantil o, al menos, con un pediatra.
¿Cómo curar la conjuntivitis en niños?
En primer lugar, hay que tener claro que no todas las conjuntivitis necesitan de gotas con antibiótico, ni en niños ni en adultos. Lo que sí conviene adoptar siempre es la higiene de manos y evitar compartir pañuelos o toallas cuando existan sospechas de conjuntivitis víricas o bacterianas. Estas medidas higiénicas son preventivas y deberían convertirse en un hábito.
Suero fisiológico
Cuando estamos ante una conjuntivitis vírica o irritativa, el problema se resolverá solo en unos días. Sin embargo, podemos aliviar las molestias con algo tan sencillo como lavar los ojos con suero fisiológico.
Esta medida también ayuda si la conjuntivitis es alérgica, aunque en este caso valoraremos la conveniencia de utilizar o no antihistamínicos en el paciente, generalmente en forma de colirios.
Tratamiento farmacológico y vuelta a la rutina
En caso de conjuntivitis bacteriana, sí necesitamos utilizar antibióticos unos días. La forma más sencilla y habitual es, de nuevo, mediante gotas oculares, aunque existen casos raros de conjuntivitis graves en recién nacidos, donde es mejor el tratamiento tópico con una textura oleosa, en forma de ungüento.
Es importante, en el caso de las conjuntivitis infecciosas, asegurarnos de que el pequeño no va a contagiar a otros niños.
Si hablamos de conjuntivitis víricas, la fiebre será el factor más importante antes de decidir cuándo el paciente puede reincorporarse a sus actividades. Así, el niño regresa una vez superado el cuadro, cuando ya existe riesgo de contagio.
Pero, cuidado, los objetos personales como pañuelos y toallas deben lavarse cada dos días y una vez superado el cuadro, para asegurarnos de que no haya reinfecciones, sobre todo si estamos ante conjuntivitis bacterianas. La funda de la almohada también puede ser un foco de bacterias, por lo que conviene cambiarla al concluir el tratamiento.
En general, los pequeños se mentalizan bien de la importancia de la higiene de manos durante el tratamiento, que será con agua y jabón, seguida del secado en una toalla de uso personal.
La conjuntivitis en niños es frecuente y, por lo general, no reviste gravedad. Sin embargo, el tratamiento puede tardar más tiempo en hacer efecto que si hablamos de un adulto, por descuidos en la higiene o por el instinto de restregarse los ojos ante los síntomas habituales.
Para un mejor diagnóstico, aconsejamos que los niños vean a un especialista en oftalmología infantil. En cuanto a los padres, no nos cansaremos de repetir que no deben recurrir a aquellas gotas antibióticas de la vez anterior, porque no todas las conjuntivitis en pediatría tienen origen bacteriano.